jueves, 18 de octubre de 2012

La vida es sueño y los sueños, sueños son.

El tiempo pone todo y a cada uno en su lugar, y los sueños, por mucho que diga Calderón de la Barca, tienen sus significados, ya sea una especie de dirigir la atención hacia aspectos de nuestra vida, o darnos cuenta de situaciones que sólo el subconsciente ha sido capaz de percibir.

Hace días, como es costumbre, pasé el fin de semana con mi pareja, una persona capaz de eclipsar todo mi malestar y dibujar una sonrisa sin grandes esfuerzos, alguien que me ha enseñado por primera vez la sensación de saber que soy querida, a riesgo de ser poco ocurrente, puedo decir que a la tercera va la vencida.

La gracia de todo esto es que hace un par de semanas, cuando disfrutaba de un fin de semana con mi pareja, soñé con un antiguo "amor", Gabriel, una relación que duró casi 8 años, de los cuales los últimos dos fueron lo más parecido a un infierno. Un sueño, más una persona que me lo interpretó me hizo ver una realidad del pasado, dándome a entender que toda la odisea que ha ocurrido, lo peor de todo, es que no hubiera ocurrido antes.

A todo esto, la imagen que precede a este párrafo puede ser una especie de resumen del sueño. Concretamente soñé que había vuelto con Gabriel y durante el sueño, no era consciente de la existencia de mi pareja actual, no sabía que Iñaki existía, sólo me di cuenta de un sentimiento. La relación con Gabriel no era tal y como la recordaba, ni como pensaba cuando acabó, no era una relación pacífica, el sentimiento que se me manifestó fue "¿Qué estoy haciendo con esta persona si sé que hay una opción mejor?". Ese día cuando me desperté cerca de Iñaki me vino una sensación de tranquilidad por saber que estaba caminando por la vida acompañada con la mejor persona que podría hacerlo, que no hay opción mejor. Evidentemente no se quedó el sueño en el margen, sino que me di cuenta que aquélla relación fue un error, fue un tiempo perdido al lado de la persona equivocada, y que mi subconsciente quiere recordarme para darme la razón en mi camino y recordarme que estoy junto a la persona más especial que podría haber encontrado.

Parte de razón si que deberí dar a Calderón de la Barca.

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