miércoles, 31 de octubre de 2012

"Pals a les rodes"

Durante los últimos años de mi vida he sido acusada de poner palos en las ruedas de la vida, ya sea de una persona o de una relación sentimental. Mi autoestima era inexistente y mi personalidad estaba cada día más consumida, al igual que mi orgullo que menguaba día tras día, creando una situación de metamorfosis, partiendo de una desilusión camino a una sumisión.

Con el paso del tiempo he visto que la misma persona que me acusaba de ello, realmente era él quien lo hacía. En efecto, era Gabriel quien ponía los palos a las ruedas de mi vida. Pero para ver según que cosas a veces hace falta tiempo, y requisitos para poder entederlo es la paciencia, algo que tengo por estrenar.

A día de hoy, más de 8 meses pasados de mi punto de inflexión, he ganado experiencia, tiempo, perspectiva... y lo más importante: me he ganado a mí misma.

Hacía años que no me sentía bien conmigo misma, en el cual no veía camino en mis metas, las que siguiendo la definición de Merton eran meras funciones latentes sin tener la función manifiesta definida. Uno de los objetivos de mi vida era el "qué esperaban de mí", objetivo que cada vez divergía más de lo que yo quería ser, un concepto que cada vez era más difuso.

Después de una relación de 6 años, vinieron dos de "regalo", en los cuales más que sumarme me restaba, me planteaba el porqué de todo lo que quería hacer, y todas mis decisiones quedaban definidas en función de alguien, Gabriel, pensando en qué esperaba él que yo decidiera y qué no esperaba, llevando estudios y "trabajos varios" modulando a una simbiosis más que aparente, ya que la contraprestación cada vez tardaba más en llegar, o bien no llegaba. Después de dos años renunciando a mi carrera profesional y quedando esta como a un segundo plano de mi vida por alguien a quién no se lo merecía, destinando mis escasos recursos a un fondo perdido, mi tiempo hipotecado a algo que nunca llegaba... La vida me hizo un regalo que en su día no supe ver. Ese cáncer que estaba consumiendo mi vida se estripó.

Fue una experiencia necesaria, en la cual me di cuenta que había perdido mi identidad, me había convertido en un cuerpo sin alma, sin saber qué objetivos tenía en la vida, había perdido mi orgullo, mi dignidad, mis metas habían desaparecido, en fin, habían desaparecido mis ganas de vivir y seguir adelante ampliando horizontes, era como una especie de GPS sin destino escrito.

A partir de este punto de inflexión en que desapareció el eclipse de mi vida, o bien, parecía haber desaparecido, empecé a diambular, con más o menos éxito, con mayores experiencias que me llevaron a redirigir mi camino en que en un principio estubo lleno de bifurcaciones y miedo de escoger el camino incorrecto.

Meses más tarde, aperece alguien, un alguien que no esperaba nada, no buscaba nada... pero ese alguien se convirtió sin que me diera cuenta en mi complemento perfecto, en una suma de mí misma, y no una resta como había estado acompañada meses atrás. El concepto egoísmo desaparece de mi esfera. La pieza encaja perfectamente en un puzzle, como si lo hubieran hecho a medida.

Hoy en día, ya hace medio año que ese alguien entró en mi vida y espero y deseo que siga en ella. Desde hace meses no siento frío, deseo el fin de semana para compartirlo, me siento bien cuando no está porque sé que tengo a alguien, pero aún estoy mejor cuando no está porque tengo con quien compartir mi bienestar, algo que hacía mucho tiempo no conocía.

Mi fracaso se ha convertido en éxito sin que apenas me diera cuenta. Hoy en día mi carrera "va sobre ruedas", el año que tengo la meta más difícil es el mismo que mejores resultados tengo, y eso es gracias al bienestar que me proporciona mi entorno, y sé, que aunque no dedique los mismos esfuerzos que otros años, ya que evidentemente son algo menores a día de hoy, los resultados han mejorado considerablemente, ya que gracias a un bienestar personal el esfuerzo, aunque menor, da más fruto.

Por fin llego a un punto en que nunca pensé que llegaría: sentirme bien conmigo misma, sin necesidad de culpabilizarme de todo lo que ocurra a mi alrededor. Hoy, mis esfuerzos van encaminados a mi carrera profesional, y esos esfuerzos se han visto compensados día tras día, compensación que no recordaba. Hoy, mis horizontes se acercan cada vez más con hambre de de expandirse, mis metas se acercan como objetivos principales de mi vida; aunque lo mejor de todo, es poder compartir todo esto con alguien que sé que se alegra de mis éxitos, alguien con quién realmente me siento bien al compartirlos. Todo esto se puede resumir en tres palabras: "Me siento bien".

Ganando perspectiva me he dado cuenta que no he sido yo la autora del mal del cual me he sentido culpable durante años, sino todo lo contrario, he sido la receptora de dicho mal causado por el cáncer que me fue extripado en enero.

Ahora, vivir cada día al lado de mi pareja es un éxito personal, puedo valorar el día a día como un éxito y no como un fracaso, y lo mejor de todo, con todo este tiempo, Gabriel me ha enseñado una cosa que debo agradecerle: gracias a el, sé qué tipo de pesona no quiero a mi lado, más que un error ha sido una lección, pero como decían hace años: la letra con la sangre entra.
Ahora creo que todo va sobre ruedas, y sin palos...



Banda Sonora de "Pals a les rodes" en M2Y

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