jueves, 27 de diciembre de 2012

Miedo... ¿a qué?

Llavaba un par de semanas algo nerviosa y dando vueltas a todo lo que ha cambiado mi vida en un año. Al principio tenía miedo, luego rabia, posteriormente indiferencia y por último volvió el miedo, pero diferente que al del principio. Cuando veía que desaparecía Gabi de mi vida, al principio dolió y luego así lo quise yo. Gabi venía a mi casa a buscarme independientemente que estuviera o no, Gabi me acompañaba a comprar vestidos... fue una jugada muy ruin por parte de él, dándome una falsa esperanza que no existía aún sabiendo la inestabilidad emocional que sufría Jenny y la negativa repercusión de su juego sucio.

El miedo era hacia las navidades, llega la primera Navidad sin la familia Baldufa Villacampa, que al final ha acabado con sólo una añoranza: Pau, sobrino nieto de los padres de Gabi, a un niño que hubiera sido una ilusión ver crecer, pero en fin, no es el único niño al que veré nacer... así que no seguiré con la tónica, después de muchos meses sin derramar una lágrima por esa familia no lo haré ahora y menos sin sentirlo.

Ciertamente, con el paso del tiempo te das cuenta de las películas que puedes llegar a vivir, y la familia Baldufa Villacampa se han montado una de cágate lorito, siempre de puertas hacia fuera, claro está.

Todo empezó en la década de los setenta, cuando Sancho, el padre de Gabi, monta su tienda de aparatos de comunicación en una arteria de la ciudad condal gracias a su padre, al capital que le aportó y a la visión que tenía.

Sancho venía de una familia bien, con sus lujos, se podía permitir muchas cosas a las que en aquélla época la gente tenía acceso, de hecho, empezó una carrera, Industriales, pero el niño quería una tienda de fotografía y el papa le puso la tienda de fotografía.

Esa tienda era entre de Sancho y entre la familia, ¿que un sobrino necesitaba trabajo? Ahí estaba la tienda, pasara lo que pasara, la fachada de Sancho era intocable. Se hicieron dos tiendas más con el mismo nombre: Baldufa, pero en los años 90, tras la muerte del padre de Sancho y la apertura de unos grandes almacenes más la mala gestión de Sancho, llevó a la familia Baldufa Villacampa a la ruina, pero una ruína de puertas hacia adentro, porque los cuñados, tíos y sobrinos no les afectó un sólo céntimo.

Sancho llevó a la familia a la ruina, años de embargos, cambiar a los niños de colegio por no poder pagar el privado, vacaciones en las que tiraban la casa por la ventana se acabaron... Y menos mal que Lina, mujer de Sancho, no quiso dejar su puesto de profesora por la tienda, así que a muy pesar de Sancho tuvieron que estar viviendo del sueldo de Lina y escolarizar a los niños gracias a Lina. El dinero no llegaba para pagar a tres niños.

Lina se armó de valor, aún que ella llevaba tiempo oliendose el fracaso empresarial de su marido siguió a su lado, y oliendose alguna relación dentro de la tienda a la que nunca tuvo la negativa o la afirmación de que existiera, ya que una de las empleadas solicitó a Sancho vía judicial una indemnización desmesurada.

¿Será el IVA la razón del cierre de Baldufa? ¿Será la apertura de grandes almacenes? ¿Será la pésima gestión de Sancho?

Años dificiles llegaron a la familia Baldufa Villacampa con deudas, embargos, pasando cosas al vecino para que cuando llegaran a embargar no vieran nada y que no se lo llevaran. Sancho no puede tener nada en propiedad, de hecho no tiene nada ya que el piso es de alquiler, trabaja gracias a uno de sus hijos... Aunque luego está la apariencia. La madre de Sancho no ha vuelto a salir a la calle dada la vergüenza de que su hijo haya tenido que cerrar un negocio justo debajo de su casa. La bonanza de la familia Baldufa Villacampa llega a su fin.

Años de un padre ausente, así lo describe Gabi, un padre que no hizo su función de padre. Lina estuvo años haciendo de padre y madre a la vez, de llevar la familia adelante y perdonar a su marido de todo lo que hubiera hecho dado que defendía una unidad familiar con niños de 11, 8 y 5 años.

Un día, Alfredo Villacampa, madre de Lina, se jubiló, después de años y años trabajador de choffeir se jubila, teniendo una licencia muy valiosa. En ese momento, las puertas del mercado laboral se vuelven abrir para Sancho, pero había un problema: sus diferencias con la ley no le permitían realizar muchas gestiones, como por ejemplo la de adquirir una propiedad, por lo que estuvo pagando un alquiler a su suegro, Alfredo, hasta que su hijo mayor, Dean, pudo sacarse el carné de taxista y así convertirse en asalariado de su hijo.

En las comidas familiares, nadie, absolutamente nadie, nombra el fracaso empresarial de Sancho, ya que sólo se convertía en interés cuando cualquiera de la familia necesitaba dinero e iba a hacer unas horas. Las comidas con esta familia son demasiado copiosas dado su afán de aparentar: cumpleaños con catering, platos con caviar, sorbetes psicodélicos, los mejores vinos, foies de precios desorbitados... Cada casa es un mundo, pero las fachadas que se montan cada núcleo familiar es gigantesca.

A día de hoy, a casi un año de haberme desvinculado de esta familia, creía que notaría a faltar algo de esa falsedad, pero no, me he alegrado todavía más en el sentido que ayer fui una novata en la familia de Iñaki y aún así me trataron genial y me aceptaron tal y como soy, sin abuelas llenas de prejuicios y sin celos injustificados. Las razones de esta alegría serán publicadas en breve bajo los nombres de: "La decepción de Lina" y "La amargura de Cocha Monturiol", además de un post dedicado a la incoherencia de Sancho.

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